Hace unos años, en 2014 para ser exactos, el guionista brasileño Cao Hamburguer creó el programa infantil para televisión ¿Qué monstruo te mordió? En él hablaba de creaciones monstruosas nacidas de la imaginación de los niños.
Cada episodio tenía como fin abordar algún conflicto personal. Explicaba la forma en que funcionan las relaciones humanas para que los niños pudieran comprenderlos. No tenía un fin didáctico, puesto que según su creador la televisión educativa no es necesariamente buena. Sin embargo, el programa exploraba también una idea interesante, que los monstruos o criaturas fantásticas que los niños dibujan cobran vida en el monstruoso mundo de los monstruos.
Uno de los rasgos más importantes de la infancia es el desarrollo de las habilidades cognitivas de las personas. Desde el nacimiento los objetos constituyen la realidad, son lo que vemos, tocamos, mordemos. De los tres a los seis años, el mundo que nos rodea pasa a tener cualidades mágicas gracias a la imaginación, los carritos se mueven y los muñecos hablan. Entre los seis y los diez años los niños ya pueden imaginar escenarios sin necesidad de tener objetos físicos con los cuales apoyarse. Luego viene el tiempo en que las personas logran separar el mundo imaginario del real. Ya saben cómo se ven los unicornios y los dragones y saben que todavía puede alojarse algún monstruo debajo de su cama. Películas como Toy story exploran ese universo en que los juguetes pueden tener vida.
La idea de que los monstruos que dibujamos pueden cobrar vida en un mundo tangible es poderosa, porque nos recuerda el valor de la creatividad en el mundo; además de la importancia de las historias que contamos. Cada marca tiene la oportunidad de crear un universo con el que las personas se identifiquen, de darles a conocer los valores en los que cree.
Crear para romper las reglas
En 1989 Lee Clow nos contó la historia de un conejo rosado que podía tocar un tambor por horas de horas, pensó que la mejor forma de hablar de la carga de sus baterías sería que apareciera en muchos otros comerciales sin parar. Así que vemos al conejo atravesar muchos otros comerciales, sin descanso. Sin tener que cambiar sus pilas. El producto era una creación que ya existía, eran las pilas. La historia de su durabilidad pudo ser larga y aburrida, cansadora, pero en cambio fue memorable.
Crear para honrar la historia
En 2014 Wieden & Kennedy creó una campaña para el 65 aniversario de Honda. Sus piezas hablaban sobre el poder creador de un hombre y cómo los vehículos en su imaginación fueron tomando vida, sus dibujos salieron a la calle en forma de productos que la gente compraba y sigue comprando. Este video evoca la magia de la creación y nos lleva a imaginar cómo un solo hombre puede lograr cosas que trascienden su propio tiempo.